lunes, 25 de junio de 2012

La demarcación Posmodernidad


A mi parecer está íntimamente ligado lo que Hegel, Fukuyama y compañía llamaran Fin de la Historia con esta demarcación cronológica llamada posmodernidad.

El fin de la historia trata precisamente de la homogeneización cultural dada una forma de gobierno universal. Esto por cuanto la forma de gobierno determina en todas las demás esferas culturales. La democracia.

En este sentido de progreso, a modo teleológico, es más o menos cuestionable en el sentido del perenne retorno a lo otro. Sin embargo, la intención que hay detrás de esta determinación es la de fijar un modo de ser para el resto del tiempo. Sea cuales sean los términos en los que aquél es.

Con lo posmoderno pasa lo mismo en cuanto a la demarcación cronológica. Hemos divido en Antigüedad, Edad Media y Modernidad. Cada una de las anteriores cronometrías deja paso para una siguiente y una anterior, de manera que no haya una última y definitiva cronometría que defina el resto del tiempo, sea en pasado o futuro.

El termino contemporáneo viene a solucionar dentro de su propia determinación a modo redundante el problema de la definición ad infinitum de una cronometría dada. Pero como este término solo puede usarse para referirse al momento en el que es referido no sirve sino para destacar el momento actual.

¿Sería imposible construir una cronometría que determine el tiempo venidero después de lo que consideramos edad moderna pero sin que necesariamente abarque el resto del tiempo venidero o es que el hombre contemporáneo piensa que ha llegado, en vez de al fin de la historia, al final del tiempo? ¿Creerán que esta la última época de la humanidad esto dado por supuesto por el fin de las luchas culturales y con ello el final del progreso entendido como transmutación de las culturas en choque?

Tal parece que hay signos mostrando que dicha homogeneidad; la globalización neoliberal, el mercado de valores, las construcciones gigantescas, las estandarizadas señalizaciones de lo que es la civilización. Tanto aquí como en Oriente Medio como en el gigante asiático un rascacielos o una gasolinera es síntoma inequívoco de civilización.

¿Pero estas cosas son lo suficientemente poderosas como para inferir de ellas una determinación cronométrica ad infinitum? ¿Es la homogeneidad una amiga fiable sobre la cual basar semejantes cosas como el fin del progreso, al menos entendido en los términos antedichos?

Las anteriores épocas estuvieron marcadas por signos homogéneos igualmente con la salvedad que había lugares geográficos por descubrir, como américa por ejemplo. Estos nuevos descubrimientos permitieron la emergencia nuevamente del progreso como transmutación de culturas en choque haciendo imposible determinar su momento cronológico como el definitivo. Más aún con la sospecha de poder encontrar nuevas culturas.

Hoy por supuesto tenemos satélites que nos indican que no hay lugar alguno, al menos geográfico, que descubrir. De esto se podría deducir que el progreso y con ello la finitud de la cronología actual serían posible por la propia definición de progreso como lucha de civilizaciones.
Este aparente estatismo por la integración total de los elementos discordantes dentro de una misma determinación, a saber: Posmodernidad.,  podría hacer creer que no solo hemos llegado al fin de la historia, sino también al fin del tiempo.

Contra esta argumentación hay muy poco que hacer. Pero hay unos cuantos signos que se levantan contra ella. Primero la tendencia de los sistemas a generar luchas internas verdaderamente destructivas cuando ya no pueden integrar nada más. Esto nos dice que esta homogeneización puede devenir en una lucha de orden contradictoria y exclusiva generando así nuevamente dos determinaciones contrapuestas, esto es, dos culturas en lucha.

Más importante aún es la imposibilidad de incluir verdaderamente en la contemporaneidad –llamada ahora posmodernidad- todas las determinaciones anteriores por tener éstas valores contrapuestos entre sí. De ahí que los detractores del término objeten que la posmodernidad se convertirá y de hecho lo está haciendo ya en una especie de citacionismo cultural lo que la convierte en una cronología más y no en una sacrosanta definición cronológica ad infinitum.

Es imposible sincretizar la Inquisición con la tolerancia de Locke. Por tanto desde esta posición la posmodernidad, no ya como final del tiempo, sino como la época marcada por el eclecticismo, el citacionismo, etc., quedaría en verdadera contraposición a aquellas de las que toma elementos.

La única posibilidad que tiene la posmodernidad en tanto definición al infinito es la desaparición absoluta de todas las otras épocas por alguna suerte de desastre documental y el olvido paulatino de las mismas por la consecución generacional. En este caso ya no tendría sentido siquiera llamarla posmodernidad puesta esta propia definición es en contraposición a otras, mas cumpliría sin duda alguna lo que sus defensores afirman.
Sería imposible por tanto afirmar la llegada del final del tiempo mientras haya registro de algún tipo en la consciencia humana, pues ahí de una manera u otra estarán en lucha con las demás.

4 comentarios:

  1. Hola Luismi,

    querìa preguntarte si has encontrado los libros de Alexis Jardines.
    Salu2.
    David.

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  2. q tal david. no he podido encontrarlos. se q tiene 3 obras fundamentales. el cuerpo y lo otro, los afanes del yo. y no me acuerdo de la otra. por cierto nos conocemos? tu leias este blog o algo asi? saludos.

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  3. no creo, te he leìdo recientemente.
    Saludos.
    Y feliz anyo nuevo.

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  4. igualmente para ti feliz año nuevo. si quieres dejame tu email o algo asi para escribirte, seguramente te interesara la filosofia y eso. te lo digo porque ya no estoy publicando aqui en el blog puesto que estoy en otro proyecto q me roba tiempo. pero nada cualquier cosa puedes buscarme igual en facebook como Luis Miguel del Bahía. sluds.

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